Jueves 11 de Enero 2024
AMARILLISMO

El amarillismo en la televisión española pisa fuerte

La falta de sensibilidad en pos del rédito económico reina en las parrillas de la pantalla chica.

Prensa Amarilla. Fuente: (Twitter)
Escrito en FAMOSOS el

Las malas prácticas informativas dentro de la labor periodística son, tristemente, bastante comunes. No solo en la televisión española, sino en todas las industrias televisivas del mundo. Si bien los periodistas deben velar por la independencia, objetividad y veracidad de los contenidos informativos, lo cierto es que, generalmente, la falta de sensibilidad es necesaria en pos del rédito económico.

La falta de sensibilidad es necesaria en pos del rédito económico. Fuente: (Twitter).

Para aquellos que no estén familiarizados con el término, la prensa amarilla o amarillista es un tipo de periodismo que presenta noticias con titulares escandalosos o exagerados para tratar de aumentar sus ventas, aunque por lo general estas noticias cuenten con escasa evidencia o casi nula y sin investigación bien definida. Incluye titulares de catástrofes y gran número de fotografías con información detallada de accidentes, crímenes, adulterios y enredos políticos. En la televisión se utiliza música impactante, colores saturados, principalmente el rojo e información desorganizada. 

Prensa amarilla. Fuente: (Twitter).

Si se observa con ojo crítico cualquier programa es posible detectar un incremento de los casos de banalización o directamente amarillismo y falta de sensibilidad. Es que, desde hace apenas una década, las cadenas de televisión española se han focalizado en, casi de manera exclusiva, la prensa del corazón.

Prensa del corazón. Fuente: (Twitter).

Es claro que, en la actualidad, las noticias alegres y positivas no tienen tanto seguimiento y “éxito” como aquellas dotadas de sensacionalismo, algo que también se volcó al ámbito de la crónica rosa. “No hay mejor noticia que una mala noticia”, dijo irónicamente Elliot Carver, en “El mañana nunca muere”.

Elliot Carver, el villano de James Bond. Fuente: (Twitter).

Divorcios, infidelidades, rivalidades, secretos inconfesables, intentos de suicidio, malos tratos y, por encima de todo, la muerte, son las principales temáticas. Por ejemplo, el caso de Carmina Ordoñez aquí en España, o Diana de Gales en Gran Bretaña, para poner en contexto fuera del país. 

Carmina Ordoñez. Fuente: (Twitter).

La prensa del corazón y sus protagonistas son atractivos para todos, por eso el planteamiento generalizado sobre por qué existe tal interés en este tipo de notas que cada vez adquiere mayores tintes amarillistas y que obvian los códigos deontológicos de la profesión.

Princesa Diana. Fuente: (Twitter).

Actualmente, hay en las parrillas de programación una docena de programas que se dedican pura y exclusivamente a los famosos y el cotilleo. Y en todos ellos corre la lógica del “todo lo vale”, justificando así la mercantilización de los sentimientos en el fin último de obtener beneficios económicos.

Sálvame. Fuente: (Twitter).

Así también surgen las marionetas mediáticas, aquellas personas que carecen de ética profesional y se valen de la frivolidad y la banalidad. Son aquellos que dan cabida al rumor, faltan al off the record, graban y fotografían a las personas en lugares que pertenecen a su intimidad y privacidad, etcétera.

Laura Escanes. Fuente: (Instagram)

Esto genera tensión entre los periodistas y las celebridades a tal punto que las amenazas, querellas, demandas y juicios están a la orden del día. Muchas veces, los famosos son ultrajados, agraviados, insultados e injuriados de tal manera por periodistas que las audiencias luego replican en las redes sociales y hacen de la vida de esa persona un calvario y los obliga a acudir a la Justicia. Como por ejemplo, Laura Escanes, quien elevó su caso a las autoridades por ciberacoso; Eva Hache, quien fue víctima de acoso en las redes en 2011 y decidió alertar a la policía y guardia civil para que tomen cartas en el asunto; y Cristina Pedroche, quien estalló con una denuncia pública harta del acoso en redes. 

Cristina Pedroche. Fuente: (Twitter).

Pero nada de esto importa mucho, porque la corriente sensacionalista es un éxito de mercado y eso, sin dudas, favorece a su continuidad. Y, si bien en 2004 el Ejecutivo español decidió atajar este problema con un código de co-regulación a fin de establecer mínimos éticos y legales para proteger a los espectadores de este tipo de contenidos, no mucho ha cambiado. 

Televidentes. Fuente: (Twitter).

La realidad es que para cambiar esto no solo se necesita de la intervención de la Ley, la toma de conciencia y regulaciones por parte de las cadenas televisivas sino también depende de los televidentes, que son, a fin de cuentas, quienes eligen y seleccionan la información a consumir. Entonces, ¿estamos dispuestos a cambiar o queremos continuar pasivamente aceptando lo que se nos ofrece sin cuestionamientos? 

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