Al igual que Diana de Gales cuando se le dio por las Astrología o las épocas de Madonna con la Cábala, la princesa Charlène de Mónaco también recurrió al pensamiento mágico en busca de orientación sobre algunos aspectos de su vida. Como muchos saben, los comienzos de la ex nadadora dentro del mundo royal no fueron nada sencillos.
Ella misma, de hecho, llegó a describir a una de sus amigas el hogar de Alberto De Monaco como “un pueblo de tiburones y víboras”. Esta sensación de verse como una forajida en terreno inhóspito sin saber en quién confiar acabó llevando a la princesa a forjar una de sus amistades más extrañas: una bruja profesional.
Se trata de una numeróloga escogida por Charlène para oficiar como su asesora de confianza, sin embargo, se trata de un personaje un tanto críptico: nadie sabe quién es. Su nombre es Dawn Earl y de acuerdo con la información que trascendió sobre ella, fue la superviviente de un oscuro culto en Australia. Según las palabras de la periodista francesa Stephane Bern, “Charlène de Mónaco no toma la más mínima decisión sin el consejo de su adivina”.
El nombre de la adivina y el de Charlène parecen ir de la mano desde 2017. Hasta aquel momento, la princesa había lidiado como mejor podía con un principado que se burlaba de su limitado manejo del idioma además de una familia política que la había recibido con muy poca calidez, maltrato que ella misma creyó, acabaría con la llegada de los gemelos, pero no fue así. Poco se sabe de la figura de Dawn Earl, todos saben que existe pero nadie la ha visto, aunque algo es seguro: siempre está cerca.